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Las revistas científicas falsas han llegado para quedarse

Por Enrique Orduña-Malea

The iMetrics Lab. Departmento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte, Universitat Politècnica de València, Valencia (España)

 

Palabras clave: OCNOS, Revistas científicas, integridad académica, fraude científico, ética científica, publicación académica

 

El auge del fraude científico

La producción de investigación falsa es un negocio próspero (Abalkina et al., 2025). Tan duro, pero tan real. Existen evidencias claras, manifiestas y explícitas de una rotura del ecosistema de la comunicación científica, consecuencia de múltiples motivos interconectados; y perpetuada por múltiples agentes del sistema, desde autores hasta agencias de evaluación, pasando por revistas e instituciones de investigación, en muchos casos de forma inconsciente, en algunos casos por ignorancia y, en unos pocos casos, de forma premeditada.

Las consecuencias son dramáticas no sólo para la comunidad científica, sino para la sociedad en general, que aprende, toma decisiones y construye valores sobre el conocimiento científico. Ahora mismo, las revistas científicas han dejado de ser garantes de información contrastada y, en algunos casos, se han convertido incluso en una fuente más de desinformación.

Una búsqueda rápida en la base de datos Scopus de publicaciones científicas que incluyan en su título o en las palabras clave términos relacionados con el fraude científico y la mala conducta académica arroja la cifra de 33.236 trabajos (a fecha de 17 de octubre de 2025), con una elevadísima presencia de notas (3.458 publicaciones), informes breves (259) y editoriales (187), una gran parte, por cierto, sin autoría (5.765 publicaciones sin datos de autoría). Estos resultados revelan un interés creciente de la comunidad científica en este asunto (Figura 1).

Figura 1

Evolución de las publicaciones científicas sobre fraude científico

Fuente: Scopus.

El fraude proviene en ocasiones de los propios autores, bien por tratar de mejorar su reputación científica o por superar procesos de promoción o evaluación específicos. Podemos distinguir, por ejemplo, prácticas inapropiadas tales como la autocitación masiva no justificada, la autoría excluida (ghost authorship), la autoría falsa (gift authorship), la autoría no solicidada de personas con prestigio, el plagio, la invención, manipulación y fabricación de datos, la duplicación de publicaciones o la publicación salami, entre otros. Las personas responsables de la autoría de esos trabajos pueden asimismo ejercer mala praxis cuando actúan en calidad de expertos en el proceso de revisión, a través de citas coercitivas, rechazos o aceptaciones injustificadas. Las herramientas de inteligencia artificial generativa (IAGen), tienen además el potencial peligro de amplificar estos problemas; como, por ejemplo, la invención de referencias bibliográficas (Orduña-Malea y Cabezas-Clavijo, 2023) que pasan todos los controles durante el supuesto proceso de revisión.

En otras ocasiones, el fraude proviene de las propias revistas, siendo éste el objetivo del presente trabajo. En este caso, podemos distinguir hasta tres niveles, que paso a detallar seguidamente.

Nivel 1: las revistas depredadoras

En este caso, se trata de editoriales que conciben la publicación científica como un negocio basado en el cobro a los autores de cada publicación aceptada y publicada. Bajo esa premisa, tratan de aceptar la mayor cantidad de publicaciones, cobrando una cantidad de dinero, conocido como APC (Article Processing Charge), que no deja de ser un eufemismo del coste del “servicio”. Con el fin de atraer a la mayor cantidad de artículos posibles, estas revistas ofrecen revisiones rápidas, sencillas y, en algunos casos, falsas o simplemente inexistentes.

Este sistema de “fast publication” resulta idóneo para esa parte de la comunidad científica que sortea con dinero público y revistas fraudulentas su mediocridad como personal investigador, medrando en el sistema y ocupando puestos de relevancia. El prestigio, reputación e impacto científico se compra en el mercado como si comprásemos una silla por Amazon, rápido, cómodo y efectivo.

La identificación y descripción de revistas depredadoras resulta no obstante conflictiva, pues existe una delgada línea entre el fraude y la baja calidad. Resulta necesario aclarar, en este punto, que el carácter “depredador” no viene necesariamente del acceso abierto, aunque éste haya potenciado el cambio de modelo de negocio desde el pago por suscripción hacia el pago por la publicación, sino del funcionamiento de la revista, sea abierto o cerrado.

Nivel 2: las revistas clonadas

En este caso, se trata de revistas que, a priori, funcionan correctamente e, incluso, han obtenido cierto grado de prestigio en la comunidad. No obstante, agentes externos a la revista han clonado el sitio web de la misma. Es decir, se han creado copias del sitio web de las revistas originales con el fin de engañar a la comunidad científica.

Las primeras evidencias de revistas clonadas o secuestradas (cloned/hijacked journals) aparecen en la literatura alrededor de 2011 (Jalalian y Dadkhah, 2015). El fenómeno se expande rápidamente, llegando a revistas como Archives des Sciences y Wulfenia, que ni siquiera disponían de sus propios sitios web (Butler, 2013), o International Development Planning Review, cuyos editores recibían mensajes sobre el coste de publicación, cuando la revista no disponía de tasas por publicación (Ryan, 2024), alertando de que algo estaba ocurriendo.

El objetivo del secuestro de una revista no es otro que captar a personal investigador para que envíen sus originales y paguen por el servicio de publicación. Para ello, crean un sitio web idéntico al de una revista ya existente con el fin de resultar más creíbles. Suelen llenar sus tablas de contenidos con artículos falsos o plagiados de otros lugares dando la apariencia de ser una revista activa.

Los métodos utilizados por los estafadores es variado. En ocasiones crean un sitio web de una revista que no tiene presencia web, siendo fácil el engaño al no existir un sitio web oficial de la revista con el que contrastar. En otras ocasiones, compran el dominio web de una revista cuando ésta ha dejado de usarlo o ha caducado el registro por algún motivo. En otras ocasiones, registran un dominio web que es muy similar al original, de forma que resulta muy difícil identificar que no se trata del sitio web real.

A modo de ejemplo, el año pasado la revista International Journal of Latin American Religions (https://link.springer.com/journal/41603) fue clonada, siendo accesible desde otro sitio web similar (https://springer.nyc). Así mismo, se clonó la revista Journal of Academic Ethics, a través de un URL falso (http://jae.revistas-csic.com/index.php/jorunal), que se asemeja mucho al URL del portal de revistas del CSIC (revistas.csic.es), aunque no es igual. Por cierto, no deja de resultar paradójico que se clonase una revista que precisamente trata de ética académica.

Las revistas clonadas incorporan los trabajos enviados por los autores en números y volúmenes falsos de la revista, para dar la imagen de que realmente han sido publicados. Para ello, asignan DOIs falsos, inventados o que pertenecen a otras publicaciones, resultando en ocasiones muy difícil identificar que estamos en un sitio web falso.

Las técnicas utilizadas cada vez son más sofisticadas, y los sitios web están cada vez mejor hechos. De hecho, en algunas ocasiones, los sitios web falsos logran incluso un mejor posicionamiento en Google que los sitios oficiales, debido al uso intensivo de técnicas de posicionamiento web (Search Engine Optimization), tal y como advierte la propia Clarivate Analytics, lo que refuerza la sensación de que estamos ante una revista real e incluso bien posicionada.

Aun cuando los equipos de muchas editoriales secuestradas han tratado de ponerse en contacto con Google y Google Scholar para evitar que los sitios web de estas revistas fraudulentas aparezcan indexados y, además, bien posicionados, no han logrado ser escuchados, lo que supone un hecho insólito, dada la responsabilidad e influencia que tienen estos buscadores como puertas de entrada a la búsqueda de información científica, especialmente para gente joven.

Los responsables de la gestión de estas revistas fraudulentas han logrado ciertos hitos en la historia del fraude. Han conseguido, por ejemplo, contactar con bases de datos bibliográficas prestigiosas como Scopus haciéndose pasar por los auténticos editores/as de dichas revistas y lograr que, desde el directorio de revistas, se incorporasen links a los URLs falsos de la revista. Cuando las bases de datos bibliográficas fueron conscientes de este problema comenzaron a eliminar los links de los directorios de revistas (Brainard, 2023).

Algunas revistas fraudulentas lograron lo impensable, indexar en las bases de datos bibliográficas los artículos que habían sido publicados en sus sitios web falsos (Abalkina, 2024a). En algunos casos, el fraude fue descubierto al detectar inconsistencias en la cantidad de artículos recibidos en relación a la periodicidad de la revista.

Resulta necesario indicar que los artículos publicados en revistas falsas no son necesariamente fraudulentos. Los autores pueden haber realizado un trabajo serio y correcto, pero haber enviado el trabajo al sitio web falso por equivocación. No obstante, se ha evidenciado que estas revistas incorporan una gran cantidad de trabajos igualmente fraudulentos y plagiados (Abalkina, 2024b); algunos probablemente fabricados para dar apariencia de revista activa y otros publicados conscientemente al ser conocedores los autores de la ausencia de controles de revisión y su posible indexación real en bases de datos.

Fuente de la imagen: Pixabay

Ante el crecimiento de revistas clonadas y el peligro que suponen para la comunidad científica, se han creado distintos directorios que tratan de recopilar y difundir las revistas que han sido secuestradas, como por ejemplo la lista de revistas secuestradas de Beall, ya desactualizada. Una de las fuentes de referencia es el Retraction Watch Hijacked Journals Checker, un listado de revistas realizado por la experta internacional Anna Abalkina en colaboración con Retraction Watch, que incluye 380 revistas a fecha de 12 de octubre de 2025.

No obstante, la identificación de estas revistas es un arduo trabajo. Muchas revistas clonadas, en cuanto son descubiertas, cierran sus sitios web, lo que hace muy difícil hacer un seguimiento. Muchos de estos sitios web no están ni siquiera disponibles en Internet Archive para poder dar evidencia de ellos.

Algunos criterios para poder identificar revistas clonadas, son los siguientes:

Chequear el URL de la revista, especialmente el nombre de dominio principal, con el fin de comprobar que corresponde con la editorial. Hay que tener en cuenta que las revistas fraudulentas incluyen enlaces a la página real, para dar imagen de credibilidad. Esto nos puede ayudar a detectar si hay cambios en el dominio principal.

Chequear el DOI asignado al artículo. Para ello, se puede pulsar sobre el link y  comprobar que redirige al artículo, revisar su presencia en Crossref y, finalmente, comprobar que el link en pantalla y el link que aparece en la barra de navegación del navegador coinciden.

Chequear las fechas de recepción, aceptación y publicación. Plazos excesivamente breves son un indicio de fraude y ausencia de revisión. Aunque sabemos que los editores manipulan estas fechas con distintos fines (no relacionados necesariamente con la calidad del trabajo), es un factor a tener en cuenta.

Comprobar la veracidad de los equipos editoriales de la revista. Las revistas suplantadoras se inventan los equipos editoriales. En ocasiones se inventan las personas o, mucho más efectivo, incluyen nombres de personas reales que han localizado en otras revistas; no necesariamente de la revista suplantada, que ni siquiera son conscientes de que aparecen mencionados en dicho sitio web.

Chequear si la revista incluye costes por publicación. Es una pauta común que las revistas suplantadoras suplanten revistas en acceso abierto que no cobran a los autores por la publicación. De hecho, el negocio se encuentra precisamente en cobrar una tarifa de publicación, que puede ir desde un precio “barato”, alrededor de 500€, hasta precios más elevados (habitualmente entre 1000€ y 2000€, o incluso más).

Nivel 3: las revistas hackeadas

Un tercer nivel lo constituyen las revistas que han sido hackeadas. En este caso, no existe ninguna suplantación; sino que desde el exterior se ha logrado acceder a la zona de administración de un sitio web de la revista, de forma que se puede manipular el proceso de revisión o de publicación de trabajos, así como otro tipo de información publicada por la revista.

En muchas ocasiones, el ataque no se produce específicamente a una revista, sino a una organización. Durante los últimos años, muchas universidades y organismos de investigación han recibido ciberataques, que han afectado a todo el dominio web, incluidos los portales de revistas; pero este ataque no está orientado a manipular los proceso de revisión o publicación y suelen centrarse en la incorporación de enlaces a sitios web fraudulentos, para potenciar su visibilidad y engañar a los buscadores, que van a percibir esos sitios como más reputados al recibir links desde sitios respetados (Orduña-Malea, 2021).

En otros casos, al contrario, el ataque se realiza específicamente a una revista científica; especialmente a sitios web que manejan muchas revistas, que tienen a su vez muchas colecciones en paralelo y, por tanto, su administración es compleja.

En algunas ocasiones, el ataque se produce sin un ciberataque, sino a través los propios autores y revisores, que sirven de caballos de Troya. Un autor puede inventarse un co-autor. Nadie comprobará que no existe. Es de hecho bien conocido el caso del investigador que publicó durante años con un co-autor ficticio que realmente era su gato. Cuando otra persona envíe un trabajo de temática similar, la revista es posible que solicite una revisión al coautor falso, que la realizará el autor inicial. Cuando la cantidad de revisores falsos en una revista es significativa, se pasa a controlar lo que se publica y, por tanto, a poder ofrecer servicios de publicación garantizando la revisión y aceptación a clientes que buscan de forma desesperada una publicación, generando con ello modelos de negocio piramidales de ganancias estratosféricas. Este tipo de fraude es incluso más dificil de detectar para sus víctimas, pues éstas se encuentran dentro de la revista real.

Conclusiones finales

Cómo eliminar, o al menos minimizar, los efectos de las revistas falsas es un asunto de difícil solución. El desarrollo de certificados digitales implantados en los sitios web de las revistas, que pasen ciertos controles de calidad, podría ser una opción; así como la financiación de observatorios de monitorización de la calidad de las revistas y la implantación de normativa punitiva que expulse del sistema a las personas que realicen actividades fraudulentas.

Con todo, en mi opinión, el problema de la publicación falsa y de las revistas fraudulentas no se resolverá mientras los autores tengan la necesidad de publicar, pues éste es el motor del negocio. Las organizaciones fraudulentas solamente dejarán de realizar estas prácticas cuando no perciban el negocio de la publicación científica como una actividad lo suficientemente lucrativa y, para ello, es necesario modificar drásticamente los procesos de evaluación y promoción científica.

Las agencias de evaluación científica y los comités de evaluación deben entender que la mera co-autoría o citación no son sinónimos de relevancia, impacto o prestigio. Son méritos que se pueden obtener en pasillos o comprar en marketplaces. Deben entender que la comunidad científica se ha poblado de personas que no tienen formación científica alguna, que son incapaces de hablar en público durante cinco minutos ante una audiencia experta en su línea de investigación, que son incapaces de diseñar y redactar un trabajo de investigación por sí mismos, pero que son capaces de lograr un currículum científico relevante gracias al sistema de comunicación científica existente e, incluso, de formar parte de los comités de evaluación.

Ante una comunidad de investigadores impostores cada vez mayor, que tiene como interés publicar para ganar dinero o establecerse profesionalmente, pero no tiene interés alguno en investigar, sólo un cambio drástico del sistema de comunicación y evaluación de la ciencia hará desaparecer las revistas fraudulentas.

Notas

1 Términos de búsqueda utilizados: Academic ethic*; Academic fraud; Academic integrity; Academic misconduct; Cloned journal*; Fake conference*; Fake journal*; Hijacked journal*; Paper mill*; Plagiarism; Predatory journal*; Predatory publish*; Publication ethic*; Questionable journal*; Scientific integrity; Scientific misconduct; Retraction Of Publication As Topic

 Referencias

Abalkina, A. (2024a). Challenges posed by hijacked journals in Scopus. Journal of the Association for Information Science and Technology75(4), 395–422. https://asistdl.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/asi.24855

Abalkina, A. (2024b). Prevalence of plagiarism in hijacked journals: A text similarity analysis. Accountability in Research. https://doi.org/10.1080/08989621.2024.2387210

Abalkina, A.; Aquarius, R.; Bik, E.; Bimler, D.; Bishop, D.; Byrne, J.; Cabanac, G.; Day, A.; Labbé, C.; Wise, N. (2025). ‘Stamp out paper mills’—science sleuths on how to fight fake research. Nature637(8048), 1047–1050. https://doi.org/10.1038/d41586-025-00212-1

Brainard, J. (2023). Leading scholarly database listed hundreds of papers from ‘hijacked’journals. Science382(6675). https://www.science.org/content/article/leading-scholarly-database-listed-hundreds-papers-hijacked-journals

Butler, D. (2013). Sham journals scam authors: con artists are stealing the identities of real journals to cheat scientists out of publishing fees. Nature, 495(7442), 421–422. https://doi.org/10.1038/495421a

Jalalian, M., & Dadkhah, M. (2015). The full story of 90 hijacked journals from August 2011 to June 2015. Geographica Pannonica19(2), 73–87. https://scindeks-clanci.ceon.rs/data/pdf/0354-8724/2015/0354-87241502073J.pdf

Orduña-Malea, E. (2021). Dot-science top level domain: Academic websites or dumpsites?. Scientometrics, 126(4), 3565-3591. https://doi.org/10.1007/s11192-020-03832-8

Orduña-Malea, E., & Cabezas-Clavijo, Á. (2023). ChatGPT and the potential growing of ghost bibliographic references. Scientometrics, 128(9), 5351-5355. https://doi.org/10.1007/s11192-023-04804-4

Ryan, J. (2024). Hijacked journals are still a threat-here’s what publishers can do about them. Nature. https://doi.org/10.1038/d41586-024-02399-1

 Cómo citar esta entrada:

Orduña-Malea, Enrique (2025). Las revistas científicas falsas han llegado para quedarse. Aula Magna [Blog]. https://cuedespyd.hypotheses.org/19959


OpenEdition le sugiere que cite este post de la siguiente manera:
Aula Magna 2.0 (24 de octubre de 2025). Las revistas científicas falsas han llegado para quedarse. Aula Magna 2.0. Recuperado 15 de noviembre de 2025 de https://doi.org/10.58079/15135


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