
Por F. Javier Murillo y Cynthia Martínez-Garrido
REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación
Palabras clave: REICE, citas, impacto, artículos científicos
Hace ya cinco años, en una aportación en este mismo foro (Murillo y Martínez-Garrido, 2020), mostrábamos nuestra inquietud acerca de las exigencias en extensión de los artículos científicos en nuestro ámbito; inquietud asumiendo el rol de autores, en la medida en que periódicamente nos vemos obligados a ajustar el número de palabras de nuestro artículo a las exigencias, no siempre entendidas, de la revista elegida; pero también inquietud en nuestro papel de responsables de revistas, dado que no paramos de preguntarnos por qué rechazar un artículo que se excede de las normas de publicación o incluso por qué en nuestras revistas optamos por 8.000 palabras y no 6.500 o 10.000.
En aquella ocasión, con el título de “¿Cuánto debe ocupar un buen artículo de investigación educativa?”, hicimos un pequeño juego de mostrar el número máximo de palabras de las revistas de Investigación Educativa indexadas en Scopus. De ello se reforzó nuestra perplejidad acerca de la gran variabilidad sobre la cual no encontrábamos explicación, y seguimos sin hacerlo. Desde luego, una primera razón −no sabemos si será la única− son los intereses editoriales y estratégicos de las propias revistas. Así, parece que interesa que los artículos sean de análoga extensión para facilitar la coherencia formal y la comparabilidad, para prever y limitar costes si hay edición en papel o de maquetación externa… Quizá también se puede aducir que sirve para anticipar a los lectores la extensión de los trabajos, pero sacados del contexto de la revista gracias a los buscadores y sin esa información previa, no es una razón creíble. ¿Y con la calidad de los trabajos, está relacionada la extensión?





